
Esta semana, con motivo de la muerte del arquitecto Ricard Bofill, pudimos visitar su magnífico Taller de arquitectura, ubicado en una antigua fábrica de cemento de Sant Just Desvern y donde un equipo multidisciplinario de arquitectos, ingenieros, urbanistas, escritores y filósofos entre otros, trabajan unidos a modo de laboratorio de creación arquitectónica.
Ricard Bofill nació en Barcelona el 1939, hijo del arquitecto Emili Bofill. Por su activismo político fue expulsado de la Escuela Superior de Arquitectura y se graduó en Suiza. Creía firmemente en la transversalidad de conocimientos, lo cual lo empujó a trabajar con intelectuales de diferentes campos.
Su obra se extiende por todo el mundo, proyectó alrededor de mil obras en más de 40 países, caracterizadas por su arraigo al lugar y por un fuerte componente de innovación y riesgo.
En su currículum destacan obras como el edificio Walden de Sant Just, el Hotel Vela de Barcelona, la icónica Muralla Roja de Calp, la Nueva Castellana de Madrid, el barrio Antigone en Montpellier, la sede del INEFC, la Nueva Bocana del puerto de Barcelona, la remodelación y ampliación del aeropuerto del Prat, el Casablanca TwinCenter en Marruecos, la sede corporativa de Shiseido Ginza en Tokyo y la de Cartier en París, o el complejo Center de Chicago.
Nos ha dejado un referente internacional de la arquitectura contemporánea catalana.