El arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright proyectó la Fallingwater o ‘Casa de la cascada’ en 1935. La familia Kaufmann le encargó su segunda residencia en una zona rural del sur de Pennsylvania.

La admiración de Wright hacia la arquitectura japonesa fue clave para su inspiración en el diseño conceptual de la casa. Siguiendo los modelos orientales, el arquitecto trabajó la armonía entre naturaleza y ser humano. La casa integraba la cascada como alma del proyecto, proponiendo una sucesión de volúmenes horizontales que parecen levitar sobre el agua.

El proyecto sigue los principios de la arquitectura orgánica, consistente en integrar factores medioambientales como el emplazamiento, uso y función, materiales nativos y proceso de construcción en la obra. El trinomio paisaje, agua y arquitectura evoca el paradigma de la Fallingwater.

La construcción estuvo marcada por las desavenencias entre Wright y Kaufmann. Por el uso del hormigón reforzado, el señor Kaufmann pidió un informe a una consultora exterior, lo que ofendió a Wright, quien inmediatamente pidió a Kaufmann que le devolviera sus dibujos y le mandó que se retirara del proyecto. Kaufmann pidió perdón días más tarde a Wright, y el informe de la consultora fue quemado en una pared de piedra de la casa.

Por su excepcionalidad es la obra residencial por excelencia del s. XX. Time la llamó una vez finalizada «el trabajo más bello»; está en la lista Smithsonian ‘s Life de los 28 lugares del mundo «que hay que visitar antes de morir». En 1991, miembros del American Institute of Architects la nombraron la «mejor casa de todos los tiempos entre los proyectos de arquitectura Americana».