
Cuando nos referimos a alguien como «un hombre del Renacimiento» queremos decir que es polifacético, que destaca en diferentes artes, porque así fueron los grandes artistas del S. XVI. El paradigma del humanismo fué uno de los genios más importantes de la historia del arte, Michelangelo Buonarroti, escultor, poeta, músico, pintor y arquitecto italiano.
En 1501, varias corporaciones locales de Florencia encargaron a Miguel Ángel la ejecución de una escultura inspirada en el Antiguo Testamento, para situarla en la catedral Santa María del Fiore. Para ello recibió un bloque de mármol de Carrara de unos 5 metros, apodado «el gigante», y que desde 1464 distintos escultores habían intentado trabajar sin éxito.
Lo que en principio era una escultura religiosa, tomó inmediatamente connotaciones políticas. Los Médicis habían sido expulsados de Florencia y la ciudad se había transformado en una república, por lo que el David fue visto como un símbolo de libertad, una obra de arte que recordaría a los gobernantes que debían proteger a Florencia de la injusticia, como había hecho el rey David frente a Goliat.
Por supuesto hubo críticas, basadas en la desnudez del joven, aunque quinientos años atrás había una cierta libertad artística que incluso permitía el desnudo en el arte religioso. Como ejemplo los frescos del mismo Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en los que el artista tampoco quiso vestir a su David porque para él la desnudez simbolizaba al hombre en armonía con la naturaleza.
Como escribió Giorgo Vasari, uno de los primeros historiadores del arte, “cualquiera que haya visto al David no tiene necesidad de ver otra cosa de ningún otro escultor vivo o muerto”.